Moda.Biografia y homenaje a un grande de la Alta Costura:Yves Saint Laurent

Junto a Coco Chanel y Christian Dior conforma la santa tríada de la moda francesa del pasado siglo. Aunque Yves fue un paso más allá. Sus creaciones comprendieron y revolucionaron la estética femenina global, junto a su forma y pensamientos. Detrás del genio creador, existía un hombre que batallaba contra una timidez extrema, la locura y varios fantasmas. Recientemente desaparecido, quedan su nombre y un legado que conjuga de forma única modernidad, arte y estilo.

Hay marcas que se conocen a través de un logo, otras por su nombre completo. El caso de Yves Saint Laurent es distinto. Las tres iniciales superpuestas, casi desvanecidas sobre la vestimenta, alcanzan. Casi jugando con lo que él mismo alguna vez dijera: “La moda desaparece, el estilo es eterno”. El diseñador de las gafas enormes, el último de los couturiers, el primero en hacer subir a la pasarela modelos de todas las culturas, quien comprendió con sus diseños el escenario para la mujer luego de la Segunda Guerra Mundial, falleció unos meses atrás. Y si en su caso obra y vida se entremezclan, será cuestión entonces de deshilvanar bien para hallar al creador detrás del nombre.

El primogénito de Charles Mathieu y Lucienne Andrée Saint Laurent nació en 1936, ni muy lejos ni muy cerca de Francia. Ese lugar era Orlan, en la Argelia aún colonia del país europeo. Su padre era un exitoso abogado dedicado al negocio de los seguros, y su madre una mujer elegante y sobreprotectora que criaba a Yves junto a sus dos hermanas Michelle y Brigitte con todas las comodidades que proveían un buen pasar a orillas del Mediterráneo.


De niño daba rienda suelta a sus juegos únicamente frente a Lucienne y sus hermanas. Y nada de deportes: le gustaba dibujar bocetos de ropa, los libros, el teatro y la pintura. Sensible e imaginativo para ellas, a su padre le preocupaba su timidez, y al resto sorprendía por su retraimiento. Si bien no era un misántropo, a los 11 años recreó en miniatura L'École des femmes del dramaturgo francés Molière, uniendo así sus pasiones más tempranas. En la adolescencia, su madre lo seguía alentando con la ayuda de una modista local haciendo realidad sus diseños. Con el correr de los años, la ferviente admiradora no se perdía la presentación de sus colecciones, bien cerca de la pasarela vistiendo la ropa de quien se imaginan.


Sin embargo, en Orlan las cosas no era tan fáciles. Su padre quería que ese muchacho alto y desgarbado, abandonase las lecturas de Marcel Proust (pero por sobre todo la revista Vogue) y que pensase seriamente en dedicarse a la abogacía. Las burlas en el colegio aumentaban y pocos comprendían el gusto de Yves por las marionetas y por vestir a las muñecas de sus hermanas, por lo que Lucienne decidió que rompiese el cascarón a la fuerza. Lo envió a París.


A los 17 años, Yves Saint Laurent viajó a la ciudad luz para estudiar teatro y diseño en el Chambre Syndicale de la Couture, aunque abandonó la carrera ni bien la comenzó. La causa fue el aburrimiento. La disciplina de la academia de sastres no iba bien con Yves que aprovechó su estancia en París: fue tratado por súbitas y fuertes depresiones. Para su suerte, el rumor sobre su talento se había esparcido en buena forma. Algunos bocetos suyos llegaron a Michel de Brunhhoff, director de Vogue, quien inmediatamente decidió publicarlos. En esos primeros meses de 1954 todo sucedió muy rápido. Ganó el primer premio en el International Wool Secretariat por el diseño de un vestido para cocktail en un concurso que también obtuvo su oro (pero en otra categoría) Karl Lagerfeld. El nacido en Hamburgo tendría su puesto en Pierre Balmain, YSL, luego de una pequeña entrevista pactada por de Brunhhoff, en Christian Dior.


En esos años trabajó palmo a palmo junto a Dior, quien lo consideraba sin miramientos su mano derecha y lo llamaba “mi delfín”. Su mentor estaba sorprendido por sus ideas radicales sobre la adaptación de los moldes a las siluetas femeninas, y lo seducía su convicción de transformar la elegancia en producto de consumo masivo y cotidiano. Para sorpresa del mundo de la moda, el modisto de más renombre de posguerra, el creador del “new look”, murió prematuramente en 1957. Con apenas 21 años, la casa Dior eligió al discípulo para ponerse al frente de un imperio que por entonces facturaba 20 millones de dólares, aunque enfrentaba algunos claroscuros financieros.


Su prueba de fuego, y su coronación real como heredero de la compañía, fue el 30 de enero de 1958 cuando presentó su línea “trapecio”. El desfile era una ruptura de los códigos de época con vestidos frescos, de hombros finos y que crecían naturalmente hacia las faldas. La colección fue festejada en ambos lados del Atlántico. Las siguientes medidas del director de arte de Dior fueron ajustar los diseños para que pudieran ser vestidos por gente real y una readecuación de los precios. El plan fue perfecto. La casa sobre la avenida Montaigne se puso al tope del rejuvenecimiento de la moda parisina, en una ciudad que se volvía sinónimo de alta costura. Como tituló un periódico de entonces: “Yves Saint Laurent salvó al estilo francés”. Su modelo fue calcado por todos los que vinieron luego. Otra razón para que esa presentación fuera fundamental: entre los asistentes estaba Pierre Bergé, un empresario seis años mayor que él, amigo de Dior, y conocedor del círculo de la moda parisiense quien sería su compañero, socio y protector durante gran parte de su vida.


Combinando la alta costura con el estilo de la calle, en 1960 Saint Laurent entregó su colección “beat”. Resultó demasiado atrevida para la firma, y su asistente –Marc Bohan– se hizo cargo de su puesto por una razón de fuerza mayor. En septiembre de ese año, YSL había sido convocado para cumplir el servicio militar. Debía servir en las filas del ejército francés para combatir en la tierra donde había crecido y que ahora buscaba su independencia, Argelia.


De nada importaba que hubiera tenido a su cargo el trabajo de 2 mil personas: en la milicia tuvo que enfrentar el acoso físico y mental de sus compañeros de armas. Y en algunas pocas semanas, Yves perdió la razón: pasó un tiempo en un manicomio militar, donde fue sometido a intensas sesiones de electroshock. Libre del compromiso nacional, pero perdido, el ex prodigio quiso regresar a su anterior empleo, mientras combatía sus trastornos con alcohol y drogas (dependencia que mantuvo por años y que abandonaba rutinariamente a poco de subir sus colecciones a la pasarela). Para su mala, o buena, suerte la colección de 1961 de Marc Bohan fue recibida con toda la pompa. YSL entonces demandó a la casa Dior por daño moral. La Corte falló a su favor, y obtuvo 140 mil dólares. Junto a Pierre Bergé, y el apoyo de Mack Robinson, un hombre de negocios de Atlanta, Saint Laurent finalmente pudo crear su propia firma: YSL.


Con su colección de 1962, Yves ya estaba nuevamente en el pedestal. Durante toda esa década, y la siguiente, Saint Laurent daría rienda suelta a su pulso creativo con diseños que hicieron del prêt-à-porter el nuevo estatus de la moda. Prendas democráticas pensadas para las nuevas generaciones pero que se relacionaban de algún modo u otro con las artes consagradas.


En 1964, influenciado por el pintor holandés Piet Mondrian, creó los vestidos con pinturas cúbicas que usaron las mujeres de varias latitudes, casi un símbolo de la década más innovadora del siglo XX. Ahí estaba YSL con la primera de sus colecciones homenajeando a pintores (como luego haría con Picasso y Braque), cruzando una y otra vez los límites de esos territorios. Basta un recuerdo de Pierre Bergé: “Andy Warhol dijo una vez que el único artista de verdad que había en Francia era Yves”. Además de acompañar a Saint Laurent en su pasión coleccionista, Bergé fue el arquitecto que hizo posible el sueño del couturier. Con el correr de los años su boutique situada en Rive Gauche se volvió un emporio con más de 500 licencias para pañuelos, joyas, perfumes, zapatos, cosméticos y hasta cigarrillos. Ya a finales de los 90 la compañía fue valuada en mil millones de dólares.


En 1966, Yves inventó el esmoquin para la mujer, la prenda que definió su ideología estética. Un estilo que muchos insistieron en llamar “andrógino” pero con el que simplemente pretendió equiparar ambos sexos. Su aporte a la revolución sexual y al feminismo se valió de pantalones ajustados, botas altas, bucaneros y bermudas. No sólo vistió a la calle, también se encargó de vestir a las celebridades. En medio de la década del 60, Elizabeth Taylor lució un modelo YSL en su boda con Richard Burton, también Marlene Dietrich, Farah Diba y Sophia Loren se vistieron con su marca. Además de diseñar decorados y trajes para películas como Cyrano de Bergerac y The Pink Panther, bautizó a Catherine Deneuve como su musa personal.


Era usual que las colecciones de los diseñadores en los 60 y 70 cambiaran drásticamente de estilo y forma, pero YSL consideraba un error pensar que las mujeres tuvieran que hacer lo mismo con su guardarropa. Al tope de su imperio, en 1971 tuvo uno de sus mayores escándalos profesionales. Su colección inspirada en los años 40, con referencia a los tiempos sombríos de la guerra y de la ocupación, fue criticada con cierta saña. A pesar del éxito comercial, Saint Laurent se recluyó por dos temporadas. Aunque comenzaba a desdoblarse su Dr. Jeckyll personal. Sin miedo alguno, posó totalmente desnudo ante la cámara de Jean-Loup Sieff para su perfume Homme.


Con la colaboración de Loulou de La Falaise y Anne-Marie Muñoz, reapareció en 1974 con una colección dedicada al Segundo Imperio. Volvieron los aplausos. Ese año la revista Time lo denominó “rey de la moda” y le dedicó una portada. Pero Mr. Hyde seguía haciendo de las suyas. Ingresó varias veces en hospitales, de los que salía para volver a recaer, y ni siquiera el apoyo de su pareja Pierre pudo evitar que acabara cada vez más solo en su piso de París, o refugiado en la mansión que se había construido en Marrakech. Harto, Bergé lo abandonó en 1976. El era el sustentable, el confidente, el amigo de Jean Cocteau, el emprendedor de cultura, a quien el presidente galo François Mitterrand colocó como director de la Opera en los 80. Y Saint Laurent, era el genio creador con toda la tragedia que ello implica. Cuando le preguntaron por qué la relación había fracasado, fue elocuente: “Yves nació con una crisis nerviosa… fuma 150 cigarrillos y bebe 25 gaseosas al día”.


Con toda esa carga personal, en los años 70 profundizó su búsqueda creativa con culturas y folclores africanos, marroquíes o chinos, aparte de subir a la pasarela modelos de esos lugares, algo nunca antes probado en la moda. Sus desfiles brillaron por la presentación de la americana, la chaqueta sahariana y blusas que dejaban la espalda al descubierto. En 1976, comenzaba muy lentamente a despedirse del mundo de la moda. Según Yves, “el campesino rico”, las prendas de su colección inspirada en los ballets rusos, “condensaron todos mis sueños, todas mis heroínas en las novelas, las óperas, las pinturas. Mi corazón está puesto ahí”.


El reposo del couturier


Con menos de 50 años, YSL se había convertido en un mito viviente. A los 47 años fue el primer modisto en exponer su trabajo en el Metropolitan de Nueva York. El Museo de Bellas Artes de Pekín lo tuvo como protagonista en 1985, y en 1986 el Museo de la Moda de París, enclavado en el Louvre, le ofreció una retrospectiva. Para ese entonces había sido condecorado con la Legión de Honor francesa por el presidente Mitterrand. Pero las depresiones, los vicios, los amantes y los ataques de locura también seguían en pie. Y la moda que había conocido, se volvía una maquinaria corporativa de la que no le interesaba participar. En 1998, a los 62 años, Bergé y Saint Laurent vendieron la colección de YSL Rive Gauche al grupo LVMH, y en 1999 pasó al gigante italiano Gucci Group. Saint Laurent quedaba a cargo de la alta costura. Pero en 2002 decidió desprenderse de su firma y retirarse del ojo público. Lo hizo con un desfile en el Centro Pompidou acompañado de sus clientas y musas como la propia Catherine Deneuve que le cantó Ma Plus Belle Histoire d´Amour. “No tengo nada en común con este nuevo mundo de la moda que se ha reducido a una ventana para vestirse. La elegancia y belleza han desparecido.”


El hombre nacido en Argelia se había vuelto uno de los mayores símbolos de Francia. Un modisto que concebía la moda con la perfección y la justeza de una obra de arte, pero para ser utilizada día a día. El ostracismo a conciencia lo acompañó en sus últimos cuatro años: ni siquiera se supo de su enfermedad. Un tumor cerebral que finalmente le ganó el 1º de junio pasado. Ese mismo día, su amado Pierre Bergé dijo a la Info Radio francesa algo que había pensado por años: “Coco Chanel le dio libertad a las mujeres; Yves les dio poder”.

En sus palabras:
“Mi pequeño trabajo como couturier es crear ropa que refleje nuestro tiempo. Estoy convencido de que la mujer quiere usar pantalones.”.
“Me encantaría haber inventado los blue jeans: la prenda más práctica y relajada de la historia. Su modestia y sensualidad son todo lo que siempre quisiera entregar en mis propias creaciones.”
“La moda no consiste sólo en engalanar a una muchacha, sino también en darle confianza en sí misma: a veces, todo lo que ella necesita para conquistar a su hombre es un suéter negro ajustado y una bonita falda.”
“Conozco el terror a la soledad y a esos amigos oportunistas llamados alcohol, tranquilizantes y drogas. Por suerte un buen día los dejé… aún sigo mareado pero al menos estoy sobrio.”
“Nunca debemos confundir elegancia con esnobismo.”
“Quiero agradecer a las mujeres que usaron mis vestimentas, las famosas y las desconocidas, ellas fueron tan agradecidas y me dieron una verdadera alegría.”
“¿No es elegancia olvidarse de lo que uno lleva puesto?”
“Con el correr de los años aprendí que lo importante en un vestido es la mujer
que lo viste.”

fuente://www.almamagazine.com.

Comentarios

  1. YSL siempre ha ejercido un extraño influjo sobre mi. Es una figura que atrae en su indefensión, pero al mismo tiempo inspira sobriedad y equilibrio sin que ello suponga renunciar a la creatividad.
    Saludos
    JLMON

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  2. Totalmente de acuerdo contigo!!Fue uno de los grandes diseñadores de la historia!
    saludos para ti tambien!

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